20 d’oct. 2008

ELS IDIOMES D'ESPANYA / Las lenguas de España



















Pese a los criterios adoptados en la realización del mapa de las lenguas, éste no ofrece una imagen lo suficientemente explícita de la compleja realidad lingüística española. Es preciso complementarlo con otros datos. Hace falta otra imagen donde, de forma resumida, se caracterice la realidad sociolingüística, esto es, el grado de arraigo y utilización de la lengua propia.

No nos referimos únicamente al número o porcentaje de hablantes potenciales (Burgueño, 1997), sino al nivel de uso real de la lengua. Se trata también de evitar lecturas sesgadas, como la que podría darse si se ignora que el castellano es utilizado en la totalidad del Estado, al margen que en determinado territorio exista una lengua autóctona. La sociolingüística ha aportado en los últimos años una ingente cantidad de datos e informaciones que permiten aventurar, sin excesivo margen de error, una clasificación o tipología de las situaciones existentes en España. Además de la abundante bibliografía de dialectología y sociolingüística, contamos con diversas encuestas del CIS, la información recogida en el Euromosaic report de 19966, los censos de población que incorporación cuestiones referidas al conocimiento de la lengua y la cartografía que refleja el tratamiento otorgado a la toponimia autóctona. Con todo ello creemos que puede establecerse fácilmente un mínimo de 10 modelos o situaciones. Obviamente se trata de una generalización, que será tanto mayor cuanto más dilatado y variado sea el territorio estudiado. Debe entenderse, por tanto, que en el seno de cada comunidad se producen simultáneamente situaciones matizadamente diferentes (por ejemplo entre campo y ciudad), pero que en razón a la escala de estudio y al deseo de simplicidad se opta por adscribir, subjetiva pero razonadamente, cada territorio a un determinado tipo o modelo ideal.

Las variables que tenemos en cuenta son las siguientes.

a) Oficialidad. La oficialidad de lenguas no castellanas sólo se ha reconocido en seis comunidades. El catalán es cooficial en Cataluña, Islas Baleares y Comunidad Valenciana; el vasco lo es en el País Vasco y en parte de Navarra, el gallego lo es en Galicia y el occitano en el valle de Aran (Cataluña). En dos casos —Valencia y Navarra— la oficialidad presenta un importante matiz territorial. En Navarra, de acuerdo con la Ley de reintegración y amejoramiento del régimen foral, el vascuence tiene «carácter de lengua oficial en las zonas vascoparlantes de Navarra». La ley de 1986 sobre el euskera distingue tres zonas: vascófona, no vascófona (Tafalla, Tudela) y mixta (Pamplona, Estella). Aunque legalmente el vasco sólo es oficial en la zona vascófona, en la práctica existen rasgos de cooficialidad en toda la comunidad, por cuanto los ciudadanos pueden dirigirse en vasco a la administración autonómica y el vasco puede ser impartido como asignatura en toda la comunidad. El valenciano es cooficial en toda la Comunidad y, si bien la Ley de uso y enseñanza del valenciano (1983) delimita las dos zonas lingüísticas, en las escuelas de la zona castellanófona generalmente también se imparte la asignatura de lengua valenciana. El Estatuto valenciano no alude en forma alguna a la vinculación de la lengua del país con el catalán, y emplea exclusivamente la denominación de valenciano. Esta decisión estatutaria fue consecuencia de la presión ejercida por el movimiento sociopolítico partidario de la secesión ortográfica respecto del catalán normativo7. No obstante, ningún filólogo de prestigio, ni castellano ni catalán, entiende que el valenciano sea una lengua distinta de la catalana. Por tanto, el uso exclusivo del término valenciano en el Estatuto debe entenderse simplemente como la forma de referirse al catalán en la Comunidad Valenciana. Muy diferente es el planteamiento del Estatuto de Baleares, pues se refiere tanto a la lengua catalana como a las modalidades insulares, y en todo caso «sin perjuicio de la unidad del idioma».

El Estatuto de Autonomía de Asturias afirma que «El bable gozará de protección. Se promoverá su difusión en los medios de comunicación y su enseñanza, respetando, en todo caso, las variantes locales y voluntariedad en su aprendizaje». De acuerdo con esta orientación, la ley de uso y promoción del bable (1/1998) define el bable / asturiano como lengua tradicional, ampara los derechos lingüísticos de los hablantes (incluida la utilización administrativa) y garantiza la enseñanza de la lengua «atendiendo a los principios de voluntariedad, gradualidad y respeto a la realidad sociolingüística de Asturias». Además, la ley reconoce al «gallego-asturiano» un tratamiento similar al asturiano en lo que se refiere a protección, respeto, enseñanza, uso y tutela en su ámbito territorial». En el caso de Asturias estamos, por tanto, ante una forma atenuada de oficialidad, en razón a la menor vitalidad de la lengua propia. Una vía similar podría ser adoptada en el futuro en el caso de Aragón. El Estatuto de Autonomía aragonés (reformado en 1996) afirma que «Las lenguas y modalidades lingüísticas propias de Aragón gozarán de protección. Se garantizará su enseñanza y el derecho de los hablantes en la forma que establezca una Ley de Cortes de Aragón para las zonas de utilización predominante de aquéllas».

Sin embargo, ninguno de los gobiernos aragoneses ha elaborado dicha ley; la causa última de esta parálisis no debe ser tanto la debilidad del aragonés (unos 15.000 hablantes ocasionales) como las suspicacias políticas ante la normalización del catalán de la Franja (unos 45.000 hablantes habituales).

b) Presencia en los medios de comunicación y expresión: prensa, radio, televisión, teatro, literatura, etc.

c) Conocimiento y uso. Cuestión para la que existen numerosos datos en las comunidades oficialmente bilingües, pero muy escasos para los territorios con lengua vernácula no oficial.

d) Consideración social de la lengua propia. Numerosas encuestas permiten una caracterización del grado de autoestima lingüística, que puede oscilar desde el orgullo por la lengua propia a la más absoluta diglosia y auto-odio lingüísticos.

Ilustran estas actitudes cuestiones como la lengua empleada al dirigirse a un desconocido, el cambio de idioma ante la presencia de un forastero, la lengua empleada en los usos formales, el idioma empleado con los hijos o la preferencia de una u otra lengua en la educación. En particular esta última cuestión permite fácilmente establecer una primera tipología de las comunidades bilingües; ante la pregunta referida a la lengua en que debería impartirse la enseñanza obligatoria se
obtienen los siguientes posicionamientos (Siguan, 1994):

— sólo en Cataluña existe un porcentaje claramente mayoritario (54%) a favor de la enseñanza mayoritariamente en la lengua propia con el castellano como asignatura obligatoria;

— en Galicia, Baleares y País Vasco la posibilidad que recibe más refrendo (30-37%) es la enseñanza en castellano con la lengua autóctona como asignatura obligatoria;

— en el País Valenciano y en Navarra, la mayoría absoluta de los encuestados (53 y 67% respectivamente) defienden la enseñanza en castellano con la lengua de la comunidad como asignatura voluntaria.

Cabe añadir que únicamente en el País Vasco existe un porcentaje de la población superior al 10% (concretamente un 13%) partidario de la enseñanza en vasco con el castellano como asignatura simplemente voluntaria.

Creemos oportuno incluir aquí una breve caracterización de los procesos sociales que
acompañan los fenómenos de diglosia (uso de dos lenguas, una culta, dominante y prestigiada y otra coloquial, subordinada y desprestigiada), por cuanto nos permite resumir una situación que se repite en muchos lugares de la geografía española:

— confinamiento de la lengua en el medio rural, por un proceso de retroceso territorial que reproduce la jerarquía urbana en sentido descendente,

— las élites locales no emplean nunca la lengua autóctona,

— el contexto de uso de la lengua propia se restringe a la familia y vecinos,

— a menudo existe una progresiva pérdida de la lengua entre las generaciones jóvenes,

— la lengua propia es vista como un obstáculo para la promoción social,

— utilización de la lengua de prestigio (el castellano en nuestro caso) en todos los usos formales y como única lengua escrita,

— infravaloración de la capacidad expresiva de la propia lengua,

— percepción de la lengua autóctona como una degradación de la lengua oficial (chapurreau, patois) en aquellos casos en que existe afinidad genética (lenguas románicas),

— falta de conciencia de unidad lingüística, a causa de la fragmentación geográfica e incomunicación de las comunidades de hablantes (lo cual generalmente se traduce en el uso de denominacions localistas del habla),

— rechazo a las normas lingüísticas unificadoras, en particular si se creen procedentes de otra comunidad autónoma.

e) Enseñanza. Presencia de la lengua propia en la escuela, que puede variar entre ser la lengua vehicular, básica o habitual (Cataluña) hasta estar presente unas pocas horas a la semana en algunos colegios y de forma voluntaria. Conviene observar que existen comunidades que no han reconocido una determinada lengua como oficial pero donde existe una mínima enseñanza de la lengua vernácula en colegios de algunas comarcas. De otra parte, es evidente que sólo con la utilización de expresiones tan genéricas como las que aquí empleamos es posible reducir y sintetizar la gran diversidad de situaciones y líneas educativas que pueden darse dentro de una misma comunidad.

f) Toponimia. El grado de adaptación de la toponimia oficial a la normativa de la lengua vernácula es una cuestión que se deriva del grado de prestigio social de la lengua, pero a la que queremos dar un tratamiento destacado por su alta significación geográfica y cartográfica.

De acuerdo con estos criterios, y de forma obligadamente resumida, podemos establecer la siguiente tipología de 10 situaciones sociolingüísticas. Hacemos extensiva la clasificación a los territorios no españoles (Andorra, Gibraltar, Portugal y Francia) donde están presentes lenguas mayoritariamente españolas. La situación del bereber y del árabe en Ceuta y Melilla constituirían un caso específico, por tratarse de lenguas asociadas a la etnia y no principalmente al territorio.



Caracterización sociolingüística básica de los territorios bilingües

A (Catalunya, Andorra)
Idioma oficial
Alto nivel de presencia en los medios de comunicación
Alto nivel de conocimiento y uso salvo lugares con fuerte inmigración (Cataluña, 68%;
Andorra, 42%)
Alta consideración social de la lengua propia
Lengua vehicular de la escuela
Toponimia normalizada

B (Balears, Galicia, sector vascófono de Euskadi y de Navarra, Val d’Aran)
Idioma oficial
Bajo o medio nivel de presencia en los medios de comunicación
Alto nivel de conocimiento y uso salvo lugares con fuerte inmigración (Menorca 81%;
Galicia, 91%; Guipúzcoa, 55%; norte de Navarra, 73%; Val d’Aran 61%)
Alta o media consideración social de la lengua propia
Importante presencia de la lengua propia en la escuela
Toponimia normalizada

C (mayor parte del territorio propio del catalán-valenciano)
Idioma oficial
Bajo o medio nivel de presencia en los medios de comunicación
Alto nivel de conocimiento y uso salvo lugares con fuerte inmigración (Alcoi o Gandia, 80%)
Media consideración social de la lengua propia
Presencia de la lengua propia en la escuela
Toponimia parcialmente normalizada

D (sector castellanófono de Euskadi, Navarra media)
Idioma oficial o con importante reconocimiento legal
Bajo nivel de presencia en los medios de comunicación
Bajo nivel de conocimiento y uso (Álava, 15%; Navarra media, 15%)
Media consideración social de la lengua autonómica o propia
Presencia de la lengua autonómica en la escuela
Toponimia normalizada

E (comarcas de Alicante-Elche y ciudad de Valencia)
Idioma oficial
Bajo nivel de presencia en los medios de comunicación
Bajo nivel de conocimiento y uso no atribuible principalmente a la inmigración (Valencia 43%, Alicante, 25%)
Baja consideración social de la lengua propia
Presencia de la lengua autonómica o propia en la escuela
Toponimia escasamente normalizada

F (sectores castellanófonos de la Comunidad Valenciana y de Navarra)
Idioma autonómico con reconocimiento legal
Bajo nivel de presencia del idioma autonómico en los medios de comunicación
Muy bajo nivel de conocimiento y uso del idioma autonómico (C. Valenciana 6%;
Navarra, 3%)
Baja consideración social de la lengua autonómica
Escasa o nula presencia de la lengua autonómica en la escuela
Toponimia normalizada (la propia castellana)

G (leonés y gallego de Asturias, leonés de Miranda)
Reconocimiento de derechos lingüísticos
Baja presencia en los medios de comunicación
Nivel de conocimiento y uso medio o alto sólo en el medio rural (bable 36%; Terra Navia-Eo 83%; Miranda 68%)
Media o baja consideración social de la lengua propia
Presencia marginal de la lengua en la escuela
Toponimia parcialmente normalizada

H (catalán de la Catalunya Nord, vasco de Iparralde)
Idioma no oficial
Escasa presencia en los medios de comunicación
Medio nivel de conocimiento y uso (Iparrade 40%; Catalunya Nord, 38%)
Media consideración social de la lengua propia
Presencia marginal de la lengua en la escuela
Toponimia sin normalizar

I (catalán de la Franja de Ponent -Aragón-, gallego de Castilla y León, catalán-valenciano de Murcia, castellano de Gibraltar)
Idioma no oficial
Baja presencia en los medios de comunicación propios, pero vecindad con los medios de comunidades con la misma lengua oficial
Alto nivel de conocimiento y uso, en general (Franja oriental de Aragón 93%, Entreas-
Portelas de Zamora 92%)
Baja consideración social de la lengua propia
Ausencia o presencia marginal de la lengua en la escuela
Toponimia sin normalizar

J (leonés de Cantabria y de Castilla y León, aragonés, enclaves lusófonos fronterizos)
Idioma no oficial
Nula presencia en los medios de comunicación
Bajo o residual nivel de conocimiento y uso
Baja consideración social de la lengua propia
Ausencia de la lengua en la escuela
Toponimia sin normalizar




CONCLUSIONES:

-Un 28% de la superficie del Estado y un porcentaje equivalente de su población es bilingüe.

-Unos 18 millones de españoles conviven con una lengua no castellana. La pluralidad lingüística no es una excepción, un dato pintoresco o marginal, sino parte primordial y sustantiva de la realidad geográfica que llamamos España. La comprensión de nuestra realidad geográfica es imposible sin aludir a la diversidad de lenguas presentes en el territorio y que caracterizan a sus gentes. Por ello, la persecución de la riqueza y la diversidad lingüística del Estado, su negación autista o la irresponsable manipulación de las identidades es el mejor procedimiento para desbaratar y erosionar un proyecto de vida en común, tal y como lo demuestra la historia de nuestro país.

En particular, la pervivencia de poblaciones cuyo idioma permanece olvidado y desprotegido es radicalmente contraria al espíritu y a la letra de la Constitución, cuyo artículo 3.2 afirma que «las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas comunidades autónomas de acuerdo con sus estatutos14». Una de dos: o no son lenguas o no son españolas.

Siguiendo el texto constitucional, «la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que debe ser objeto de especial respeto y protección».

La apertura decidida de oídos y mentes a otros acentos, palabras y lenguajes diferentes del castellano tal vez sería la mejor garantía de mutua comprensión y estima. Sólo trocando en complicidad, conocimiento y respeto la actual indiferencia y hostilidad hacia la diferencia lingüística, se construirá el marco de una convivencia satisfactoria para los diversos pueblos de España. Los hechos diferenciales, al fin y al cabo, también deben ser patrimonio común.



Jesús Burgueño (Departamento de Geografía y Sociología Universitat de Lleida): Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles nº 34 - 2002, págs. 171-192.-
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P.D.- No será tan grave el supuesto peligro de desaparición del castellano por la imposición del catalán en algunas áreas de Cataluña, Baleares y el País Valenciano, cuando la semana pasada fue aclamado en Barcelona Fernando Savater, premio Planeta 2008 y autor/redactor del famoso Manifiesto en defensa del Castellano.-

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